Vivimos sometidos a un ritmo de vida estresante. Nuestras obligaciones y responsabilidades nos invaden, se apoderan de nuestro tiempo, energía y nos alejan de todo aquello que queremos alcanzar. Muchas veces conectamos el piloto automático y continuamos acelerando hasta casi la extenuación. Y es cuando somos acometidos por todo tipo de molestias, tanto físicas como emocionales, donde comenzamos a darnos cuenta de que algo no va bien. Nuestro cuerpo nos da señales importantes y el estrés se convierte en el principal responsable.